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Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Kingston, en Londres, ha determinado que los escáneres oculares realizados con inteligencia artificial podrían servir para predecir con rapidez y precisión si una persona tiene un alto riesgo de padecer una enfermedad cardíaca.

Los resultados podrían allanar el camino para que la detección cardiovascular se realice de forma más rápida y sencilla mediante el uso de cámaras, sin necesidad de realizar análisis de sangre o mediciones de la presión arterial. Las enfermedades circulatorias, entre ellas las cardiovasculares, las coronarias, la insuficiencia cardíaca y los accidentes cerebrovasculares, son una de las principales causas de enfermedad y muerte en todo el mundo, y en la actualidad son responsables de una de cada cuatro muertes en el Reino Unido. Aunque existen varios marcos de riesgo, éstos no siempre son capaces de identificar con precisión a quienes desarrollarán o morirán de enfermedades circulatorias.

Como parte del estudio, la profesora de Visión por Computador de la Universidad de Kingston Sarah Barman y el investigador postdoctoral Roshan Welikala desarrollaron algoritmos de inteligencia artificial (IA) que podían medir de forma fiable las características de la imagen de la retina, como la anchura de los vasos sanguíneos y su curvatura.

En colaboración con sus colegas del St George’s, de la Universidad de Londres, del Centro de Investigación Biomédica NIHR del Hospital Ocular Moorfields y del Instituto de Oftalmología de la UCL, así como de la Unidad de Epidemiología del MRC de la Universidad de Cambridge, demostraron que estas imágenes basadas en la IA podían especificar el riesgo de enfermedades cardiovasculares e ictus y actuar como un biomarcador predictivo alternativo a las puntuaciones de riesgo tradicionales para la salud vascular. Los resultados se han publicado en la revista  «British Journal of Ophthalmology».

«Gracias a esta investigación, hemos demostrado que un escáner ocular con inteligencia artificial que un oftalmólogo podría realizar de forma rutinaria en la calle es tan bueno como una medida estándar de riesgo cardiovascular», dijo el profesor Barman. «Todo el mundo que acude a la óptica en el Reino Unido se somete a un escáner ocular y, a diferencia de los métodos estándar que requieren un análisis de sangre por parte del médico de cabecera, este tipo de cribado sólo necesitaría una imagen de la retina y algunos datos, como la edad, si el paciente fuma o no y algunas preguntas relacionadas con su historial médico».

«Este método, que permitiría un cribado más amplio de la población de forma no invasiva que podría conducir a tratamientos preventivos tempranos para aquellos que se encuentren en mayor riesgo, tiene un potencial considerable».

Los investigadores desarrollaron un algoritmo totalmente automatizado con IA, llamado QUARTZ, para evaluar el potencial de las imágenes de la vasculatura de la retina junto con los factores de riesgo conocidos para predecir la salud vascular y la muerte. El algoritmo puede evaluar una sola imagen de la retina en menos de un minuto.

Las imágenes de la retina de 88.052 participantes del Biobanco del Reino Unido con edades comprendidas entre los 40 y los 69 años se escanearon con el algoritmo, observando específicamente la anchura, el área de los vasos y el grado de curvatura de los mismos para desarrollar modelos de predicción de ictus, infarto de miocardio y muerte por enfermedad circulatoria. A continuación, estos modelos se aplicaron a las imágenes de la retina de 7.411 participantes, de entre 48 y 92 años, del estudio European Prospective Investigation into Cancer (EPIC)-Norfolk.

El rendimiento de QUARTZ se comparó con el marco ampliamente utilizado de las puntuaciones de riesgo de Framingham. Se realizó un seguimiento de la salud de los participantes durante una media de siete a nueve años, y se comprobó que una puntuación de riesgo no invasiva basada en la edad, el sexo, el tabaquismo, los antecedentes médicos y la vasculatura de la retina funcionaba tan bien como el marco de Framingham.

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Tal como sucedió en 2020, que se registró una aumento de la mortalidad intrahospitalaria histórica esperable, documentado fehacientemente por los registros de la iniciativa ‘Stent-Save a Life’ , un relevamiento mundial del que participa la Argentina, los especialistas vaticinan para 2021 un nuevo incremento, motivado por las demoras en buscar atención médica de la gente a causa de la pandemia.

En efecto, por temor al contagio con el coronavirus SARS-CoV-2, la gente espera a que los síntomas de la enfermedad cardiovascular haya avanzado demasiado antes de acudir a la guardia médica. Esta conducta se ha visto desde el inicio de la pandemia, aunque con un pequeño impasse hacia fines de 2020, período en el que poco a poco se fue ganando confianza y se estaban retomando los valores históricos de consultas y de cantidad de pacientes atendidos.

Sin embargo, la llegada de la segunda ola reinstaló el miedo al contagio y esto hace que en enfermedades como las cardiovasculares las personas lleguen a la atención con cuadros muy avanzados y con difícil pronóstico.

Estamos viendo infartos que hace tiempo que no veíamos. Corresponden a casos en los que la gente claramente convivió con los síntomas muchas horas antes de solicitar asistencia; incluso vemos más casos avanzados de trombosis venosas y trombosis pulmonares. Estas situaciones se veían hace 30 años o más, cuando la conciencia y el conocimiento sobre los signos que preanunciaban un episodio coronario o cardiovascular todavía eran muy poco conocidos por la población general, afirmó José A. Álvarez, médico especialista en cardioangiología intervencionista y miembro del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas(CACI).

En 2020, desde el inicio de la cuarentena -decretada el 20 de marzo- y hasta el 31 de julio de ese año, tomando los registros de los 30 centros que realizan angioplastias coronarias las 24 horas los 7 días de la semana que participan del relevamiento ‘Stent-Save a Life’, ya se había observado un aumento de la mortalidad hospitalaria del 65 por ciento respecto del mismo período de 2019, pasando del 6,4% histórico a un 10,6% pandémico.

Otro trabajo de investigadores argentinos, publicado en la revista Medicina , afirmaba que -de mantenerse entre abril y octubre de 2020 el inferior control de los factores de riesgo cardiovascular propiciados por la cuarentena- podrían producirse hasta 10.500 nuevos casos prevenibles de enfermedad cardiovascular y entre 6 mil y 9 mil muertes evitables.

Los especialistas coincidieron en que, si bien la situación actual no es exactamente igual a la del año pasado, los pacientes siguen llegando tarde a las consultas y el abordaje de cuadros coronarios avanzados y desatendidos atenta contra el éxito de los tratamientos.

Es notoria la merma de pacientes incluso en los consultorios, donde se observa una franca disminución: las restricciones impuestas a la circulación en transporte público, el miedo al contagio, la falsa creencia de que los centros médicos atienden solo urgencias, hacen que mucha gente siga postergando los controles y la realización de estudios preventivos. Todo ello contribuye a demorar los diagnósticos o, directamente, enfrentarnos con el problema ante la ocurrencia de un episodio cardiovascular, afirmó Martín Cisneros, cardioangiólogo intervencionista, Vicepresidente del CACI.

El último informe de Estadísticas Vitales (DEVIS) del Ministerio de Salud de la Nación, correspondiente al año 2018 le asigna a las enfermedades cardiovasculares un total de más de 95.000 decesos anuales (95.826), los que corresponden a fiebre reumática aguda y enfermedades cardíacas reumáticas crónicas (130), enfermedades hipertensivas (7.293), infarto agudo de miocardio (17.755), otras enfermedades isquémicas del corazón (4.315), enfermedad cardiopulmonar y de la circulación pulmonar (1.584), insuficiencia cardíaca (22.973), otras formas de enfermedades del corazón (17.841), enfermedades cerebrovasculares (19.210), enfermedades de las arterias, arteriolas y vasos capilares (2.381), flebitis, embolias y trombosis venosas (298) y resto de enfermedades del sistema circulatorio (2.046) .

Si se toma el total de muertes anuales con causa bien definida de dicho registro (314.952) 3, se observa que el 30,4% corresponde a patologías cardiovasculares, lo que equivale a casi 1 fallecimiento de cada 3.

Estas cifras nos dan una verdadera dimensión de lo que representan las enfermedades cardiovasculares en la salud de la población. No significa que estemos en contra de las medidas de prevención para evitar el contagio por COVID-19, pero grafica el nivel de gravedad de desatender o minimizar este conjunto de afecciones y la importancia de evitar la mortalidad y también las secuelas, porque muchas veces los pacientes no fallecen, pero quedan con discapacidades que afectarán su calidad de vida para siempre, como por ejemplo insuficiencia cardíaca o arritmias, aportó por su parte Diego Grinfeld, Presidente del CACI.

Según estadísticas surgidas de un análisis comparativo de las investigaciones clínicas REGIBAR Y PRISMA, 9 de cada 10 fallecimientos por infarto se dan en personas que no recibieron atención hospitalaria , lo que muestra que el infarto no siempre es una condición irreversible e intratable; al contrario, atendido en tiempo y forma, con la realización temprana de procedimientos de desobstrucción coronaria, como la angioplastia, en un alto porcentaje de casos se logra una recuperación exitosa y el paciente puede retomar sus actividades y llevar una vida prácticamente normal. Eso sí, deberá modificar algunos hábitos por otros más saludables y adherir a los tratamientos que su médico le indique, concluyó el Cisneros.

El Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI) es la única sociedad argentina en esta especialidad. Fue creado en 1985 con la finalidad de nuclear a todos los especialistas en diagnóstico y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares por cateterismo. Hoy cuenta con más de 600 miembros asociados. CACI desarrolla una amplia actividad científica en el país. Desde el año 1990 realiza un congreso anual de Cardioangiología Intervencionista en distintas ciudades del interior, con una importancia cada vez mayor y una creciente concurrencia.

Participa, anualmente y en forma permanente, de los congresos internacionales más importantes de la especialidad en América Latina, Estados Unidos, Europa y Asia. Coordina el Programa Educativo Integral (P.E.I.), junto con los consejos de hemodinamia y cardiología intervencionista de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y de la Federación Argentina de Cardiología (FAC).

CACI cuenta con la primera y más antigua carrera de Especialista en Cardioangiología Intervencionista del mundo, de tres años de duración, llevada a cabo conjuntamente con la Universidad de Buenos Aires. Ya ha formado a más de 500 cardioangiólogos intervencionistas de Argentina y del mundo.

CACI participa, junto a distintas organizaciones de Salud, en el desarrollo de nuevas regulaciones y guías de trabajos, así como en la aceptación de la tecnología de reciente lanzamiento; y es el encargado de supervisar a los médicos y a los centros asistenciales que practican la especialidad en la Argentina.

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La amplia difusión sobre el aumento de la mortalidad cardiovascular durante la cuarentena motivada por la ausencia de consulta o por consultas tardías, parece haber contribuido a que la gente tomara conciencia, minimizara el temor a contagiarse de Covid-19, y concurriera a una guardia médica ante la aparición de síntomas cardiovasculares. Los especialistas observan con cauto optimismo que la situación poco a poco está revirtiéndose y dan cuenta de ello la recuperación de los valores históricos de internaciones hospitalarias por infarto y los índices de mortalidad por esa misma causa.

En efecto, el promedio de internaciones por infartos agudos de miocardio en todos los Centros argentinos que participan del relevamiento internacional 'Stent-Save a Life', que era de 5,26 casos por día por centro del 1 al 19 de marzo y que había descendido a 2,5 del 20 al 31 de marzo y a 3,2 durante el mes de abril, se fue recomponiendo a 3,8 pacientes en mayo y 4,5 durante el mes de junio.

En el período de aislamiento estricto se vio también una duplicación de los infartos de miocardio con falla cardíaca aguda (IAMCEST Killip y Kimbald D) que llegó al doble de las cifras anteriores al ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio), casos graves y de alta mortalidad donde al evento se suma un cuadro de falla cardíaca aguda (insuficiencia cardíaca), producido por una consulta tardía.

"Recuperar el promedio histórico de internaciones por infarto significa que la gente no está cursando el episodio en su casa por temor a asistir a una guardia médica y contagiarse de Covid-19, sino que está recibiendo atención a cargo de especialistas en tiempo y forma, lo que incrementa notablemente las chances de éxito en el abordaje de un cuadro de por sí muy complejo", afirmó el Dr. Diego Grinfeld, cardioangiólogo intervencionista, presidente del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI). "Dicho abordaje en la mayoría de los casos consiste en un tratamiento de reperfusión coronaria (reapertura de la arteria ocluida) mediante la realización de una angioplastia", completó.

Tomando los datos del mismo relevamiento 'Stent-Safe a Life', la mortalidad intrahospitalaria en Argentina por ese tipo de infarto (IAMCEST) subió del 6% del 20/3 al 30/6/19 al 11,6% en el mismo período de 2020 con la cuarentena.

"Esa casi duplicación de la mortalidad no significa otra cosa que gente llegando tarde a las guardias con síntomas coronarios mucho más graves y avanzados; pero afortunadamente esta situación paulatinamente en los últimos meses está revirtiéndose", explicó el Dr. Alejandro Cherro, Director de la Carrera de Especialista en Hemodinamia, Angiografía General y Cardiología Intervencionista UBA-CACI y ex presidente del CACI.

En opinión de los especialistas, también contribuyó a mejorar el control y tratamiento de la enfermedad cardiovascular el advenimiento de la 'telemedicina', que si bien es una disciplina incipiente que precisa de mucha más aceptación por parte de las obras sociales y prepagas, representa una herramienta valiosa para que la gente no suspenda sus controles de rutina y el médico pueda hacer un seguimiento más riguroso e indicar los estudios, cambios de medicaciones o recomendaciones generales según cada situación.

La consulta médica virtual, sobre todo en poblaciones de alto riesgo por edad y enfermedades preexistentes, contribuye al aislamiento social evitando que los pacientes deban trasladarse en muchos casos en medios públicos, estar en contacto con mayor número de posibles contagios y contribuye a la prevencion de eventos cardiovasculares.

"La posibilidad de conversar en forma remota con el paciente, saber si algunos síntomas se mantienen, disminuyen o si han empeorado, conocer su presión arterial si cuenta con un tensiómetros automático en su hogar, entre otras informaciones, nos ayuda a tomar decisiones y a mantener la adherencia del individuo a los tratamientos. No nos referimos a episodios agudos, donde la recomendación siempre es llamar a emergencias o acudir al centro hospitalario más cercano, sino a las consultas de rutina, muchas veces interrumpidas o espaciadas a causa de la cuarentena", manifestó el Dr. Daniel Berrocal, ex presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y miembro del CACI.

"No debemos perder de vista que las afecciones cardiovasculares, entre las cuales las principales manifestaciones son el infarto agudo de miocardio, el ACV (stroke) y la insuficiencia cardíaca, son responsables cada año en la Argentina de casi 100 mil muertes, lo que representa en promedio 273 fallecimientos diarios", completó el Dr. Grinfeld.

Desde el CACI recordaron que los hospitales de todo el territorio argentino son lugares seguros muy preparados para proteger tanto a los pacientes como al personal de salud de todo posible contagio por Covid-19. "Existen protocolos precisos que permiten minimizar el riesgo de contagio para atender situaciones de urgencia que no pueden esperar, por eso insistimos que ante la presencia de síntomas cardiovasculares no esperen a que éstos reviertan y soliciten ayuda en forma inmediata", concluyó el Dr. Berrocal.

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Un equipo de investigación internacional, dirigido por Rajiv Chowdhury de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, revisó y analizó los resultados de los estudios epidemiológicos que analizaron la asociación de arsénico, plomo, cobre, cadmio y mercurio con enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular y enfermedad cardiovascular compuesta. El estudio fue publicado en la revista científica The BMJ.

Identificaron 37 estudios diferentes publicados antes de diciembre de 2017 con casi 350.000 participantes. Se informó un total de 13.033 enfermedades coronarias, 4.205 apoplejías y 15.274 resultados cardiovasculares en todos los estudios. La exposición al arsénico se asoció significativamente con un riesgo relativo 23% mayor de enfermedad coronaria y un riesgo relativo 30% mayor de enfermedad cardiovascular compuesta, pero no hubo evidencia de una asociación con el riesgo de accidente cerebrovascular.

La exposición al cadmio y al cobre también se asoció con un mayor riesgo relativo de enfermedad coronaria y enfermedad cardiovascular, mientras que el plomo y el cadmio se asociaron con un mayor riesgo relativo de accidente cerebrovascular (63% y 72%, respectivamente). Por el contrario, no se encontró que el mercurio se asocie con el riesgo cardiovascular.

Los investigadores señalan que su revisión se basó únicamente en datos de observación, que podrían verse afectados por factores no medidos, lo que hace difícil sacar conclusiones firmes sobre causa y efecto.

Sin embargo, dicen que sus hallazgos “refuerzan la importancia (a menudo poco reconocida) de que los metales tóxicos ambientales aumentan el riesgo cardiovascular global, más allá de los roles de los factores de riesgo conductuales convencionales, como el tabaquismo, la mala alimentación y la inactividad”.

Además, dicen que su estudio destaca la necesidad potencial de esfuerzos y estrategias adicionales a nivel mundial “para reducir la exposición humana incluso en entornos donde hay un nivel promedio de exposición relativamente más bajo (como en muchos países occidentales)”.

Y piden un trabajo más detallado “para caracterizar mejor estas asociaciones y evaluar la causalidad”.

En un editorial asociado, la investigadora de la Columbia Mailman School of Public Health Ana Navas-Acien, advierte que aun existen mportantes fuentes de exposición en la actualidad: contaminación generalizada del suelo; reminiscencias de usos pasados (pintura de casas y fontanería de plomo); usos industriales continuos (plásticos y baterías); y presencia en el humo de tabaco, el agua potable y el aire ambiental, y polvo cerca de zonas industriales y de desechos.

Particularmente, en países de bajos y medianos ingresos, incluidos muchos países de África y Asia, la exposición a altos niveles de arsénico y plomo “sigue siendo una grave amenaza para la salud pública que requiere medidas urgentes”.

Además, advierten de que una fuente emergente de metales son los cigarrillos electrónicos, donde la exposición parece ser la bobina de calentamiento, desde donde los metales se filtran al aerosol inhalado.

Fuente: Europa Press /COFA

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Un grupo de científicos italianos ha ideado un tratamiento inhalable para tratar la insuficiencia cardíaca, que podría ayudar a superar las limitaciones de las terapias inyectables o administradas por vía oral, según un estudio publicado hoy por la revista Science Translational Medicine.

El nuevo enfoque de administración de fármacos, consistente en nanopartículas biocompatibles y biodegradables apoyadas con terapia, atacó de manera efectiva al tejido cardíaco en ratones y cerdos durante las pruebas experimentales.

Según el líder de la investigación, Michele Miragoli, de la Universidad de los Estudios de Parma (Italia), esta nueva terapia podría ayudar a mejorar la tasa de supervivencia entre los pacientes con insuficiencia cardíaca crónica si se convierte en realidad.

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en todo el mundo y suponen aproximadamente 17,5 millones de vidas al año en todo el mundo, una cifra que representa aproximadamente el 31 % de todos los fallecimientos, según datos de la Asociación Americana del Corazón (AHA, en sus siglas en inglés).

La mayoría de los medicamentos contra la insuficiencia cardíaca se administran o bien por vía oral, que puede conducir a una absorción no confiable, o bien por inyección intravenosa, que puede causar molestias al paciente.

El objetivo de Miragoli y sus colegas fue encontrar una solución “segura, confiable y no invasiva” para la administración de este tipo de fármacos.

De este modo, crearon nanopartículas de fosfato de calcio y demostraron que la inhalación de este mineral por parte de ratones con insuficiencia cardíaca restauraba la función cardíaca de los roedores sin causar toxicidad al tejido.

Por otro lado, el estudio también mostró que las nanopartículas de fosfato de calcio se acumulan rápidamente en el corazón después de la inhalación en cerdos sanos, que tienen sistemas respiratorios similares a los humanos.

Sin embargo, los científicos señalaron que se necesitan más estudios para evaluar la seguridad a largo plazo de las nanopartículas y determinar cómo cruzan la barrera pulmonar.

“Esta terapia de inhalación podría reducir las dosis de los compuestos activos necesarios para tratar la insuficiencia cardíaca, gracias al rápido y directo suministro de medicamentos al tejido cardíaco”, concluyeron los autores.

Fuente: La Tercera ( Chile )

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El tamaño diminuto de nuestra válvula aórtica contradice su papel esencial de empujar la sangre rica en oxígeno del corazón hacia la aorta, el vaso más grande de nuestro cuerpo, y desde allí a todos los demás órganos. Sin embargo, durante décadas, los investigadores se han centrado menos en las válvulas dañadas que en la aterosclerosis, el endurecimiento gradual de los propios vasos sanguíneos.

Gracias, en parte, a los cerdos de la Estación de Investigación Agrícola Arlington de la Universidad de Wisconsin-Madison, en Estados Unidos, los científicos ahora se están poniendo al día para comprender las raíces de la valvulopatía aórtica calcificada (CAVD, por sus siglas en inglés).

“Durante mucho tiempo, la gente pensó que CAVD era solo el equivalente valvular de la aterosclerosis –apunta un miembro del equipo de investigación, Kristyn Masters, profesora de Ingeniería Biomédica en la Universidad de Wisconsin-Madison–. Hoy sabemos que las células valvulares son únicas y distintas de las células del músculo liso de los vasos sanguíneos, lo que explica por qué algunos tratamientos para la aterosclerosis, como las estatinas, no funcionan para CAVD, y por qué la búsqueda de medicamentos tiene que empezar desde el principio”.

El equipo dirigido por Masters superó un obstáculo de larga duración en esa búsqueda con un estudio cuyos detalles se publican este lunes en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’. Los investigadores desmenuzaron, por primera vez, la cascada inicial de eventos que eventualmente pueden causar estenosis, un estrechamiento severo de la válvula aórtica que reduce el flujo de sangre a los tejidos del cuerpo y debilita el corazón.

El único tratamiento actual para la estenosis es el reemplazo de la válvula, que generalmente requiere una cirugía arriesgada y costosa a corazón abierto. “Nuestro estudio arroja nueva luz sobre las diferencias entre aterosclerosis y CAVD, especialmente en términos de eventos de embotellamiento que podemos atacar con fármacos”, dice Masters, cuyo trabajo está respaldado por los Institutos Nacionales de Salud y la Asociación Estadounidense del Corazón. “Con una mejor comprensión de cómo progresa la enfermedad desde etapas tempranas a etapas posteriores, eventualmente podremos detener el CAVD y evitar la cirugía de reemplazo valvular”, añade.

Dado que los corazones de los ratones y otros animales pequeños son muy diferentes del órgano humano, la investigación CAVD se ha visto obstaculizada por la falta de buenos modelos animales. Es por eso que los cerdos, específicamente aquellos criados para tener una sobredosis de moléculas grasas en sus arterias, fueron un importante punto de partida para el estudio actual.

ARRANCA CON LA ACUMULACIÓN DE MOLÉCULAS DE AZÚCAR

Sus válvulas proporcionaron una instantánea de CAVD temprano que es difícil de capturar en humanos, mostrando que típicamente comienza con la acumulación de ciertas moléculas de azúcar llamadas glicosaminoglicanos (GAG) en el tejido valvular. Pero para examinar exactamente cómo responde este tejido al aumento de los niveles de GAG, los científicos necesitaron una mayor cantidad de tejido valvular de lo que los cerdos vivos podrían proporcionar.

Eso los impulsó a crear una plataforma única en su tipo que imita las firmas de CAVD porcino temprano en un plato de laboratorio. La clave para este modelo fue la capacidad de desarrollar células de válvula en su forma nativa y saludable, una distinción importante de muchos estudios previos que se habían centrado en células ya enfermas.

Cuando los investigadores cambiaron solo la cantidad de GAG a la que estaban expuestas estas células valvulares nativas, a la vez que mantenían todas las demás condiciones, observaron resultados sorprendentes que desafiaron las suposiciones anteriores.

“Pensamos que las GAG jugarían un papel importante en la conducción del proceso de la enfermedad, pero cuanto más agregamos, menos factores inflamatorios producían las células y mejor estaban –explica Masters–. Cuando examinamos este hallazgo inesperado más de cerca, notamos dos efectos distintos: las GAG incrementaron directamente una sustancia química necesaria para desarrollar nuevos vasos sanguíneos, y también atraparon moléculas de lipoproteína de baja densidad (LDL, por sus siglas en inglés)”.

Ninguno de estos efectos fue inmediatamente perjudicial para las células valvulares, pero la captura hizo más probable que el oxígeno reaccionara con las moléculas de LDL, y la acumulación de LDL oxidada pareció ser un evento de embotellamiento para un proceso de múltiples etapas hacia el daño de las células valvulares, dice Masters. Este proceso de múltiples etapas puede explicar por qué el 25 por ciento de los adultos mayores de 65 años tienen CAVD con válvulas aórticas parcialmente bloqueadas, pero solo el 1 por ciento continúa desarrollando estenosis debido a una válvula que ya no puede abrirse y cerrarse correctamente.

El hecho de que las células valvulares nativas no puedan oxidar las LDL por sí mismas, mientras que las células del músculo liso en los vasos sanguíneos sí pueden, también resalta una distinción clave entre CAVD y aterosclerosis. El estudio, que incluyó a la primera autora Ana Porras, investigadora postdoctoral en el laboratorio de Masters, tiene implicaciones importantes para el desarrollo de nuevos fármacos que pueden evitar que el CAVD precoz progrese a la estenosis al hacer que sea menos probable que las GAG se unan a las LDL.

“El mensaje de nuestro estudio es que CAVD es un proceso de varias etapas y que las células valvulares sanas responden de manera diferente a las LDL que las células de los vasos sanguíneos”, sentencia Masters. “La capacidad de examinar varios pasos en este nuevo modelo in vitro de CAVD inicial abre varias vías prometedoras para el desarrollo de fármacos que son distintos de los de la aterosclerosis”, concluye.

Fuente: El Economista – España

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