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El caso generó conmoción en todo el país. Un nene de 8 años murió por una meningoencefalitis amebiana primaria (MAP)provocada por el parásito Naegleria fowleri, también conocido como la "ameba asesina" o "ameba come cerebros".

El pequeño adquirió la infección en aguas de la laguna Mar Chiquita, entre la ciudad de Junín y General Arenales. Sucedió en febrero de 2017. En ese momento fue documentado por el Reporte Epidemiológico de Córdoba (REC), pero ahora el tema adquirió trascendencia mundial, ya que fue reportado y difundido por la Sociedad Internacional de Enfermedades Infecciosas (ISID).

Según lo informado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, la Naegleria es una ameba (un microbio vivo unicelular) que con frecuencia se encuentra en agua dulce templada (por ejemplo, en lagos, ríos y aguas termales), así como en la tierra.

Existen 30 géneros de Naegleria. Pero sólo una especie infecta a las personas: la Naegleria fowleri. La Naegleria fowleri causa infección en las personas cuando el agua con la ameba entra al cuerpo a través de la nariz. Esto generalmente ocurre al nadar o a bucear en lugares de agua dulce templada, como lagos y ríos. Esta ameba sube de la nariz al cerebro, donde destruye el tejido cerebral.

Las infecciones por Naegleria fowleri son poco frecuentes. En los 10 años que abarca el periodo entre el 2007 y el 2016, se reportaron 40 infecciones en los Estados Unidos. Ocurren principalmente durante los meses del verano. Por lo general, se producen cuando hace calor por periodos largos, lo cual eleva la temperatura del agua y reduce su nivel.

Es fulminante. La infección destruye el tejido cerebral, lo que ocasiona inflamación del cerebro y la muerte. La tasa de mortalidad es superior al 97%. Solo sobrevivieron 4 personas de las 143 que se infectaron en los Estados Unidos entre 1962 y el 2016.

La infección no se puede transmitir de persona a persona. Tampoco es posible infectarse al beber agua contaminada. En muy raras ocasiones puede presentarse cuando el agua contaminada de otras fuentes (como agua de piscinas inadecuadamente tratadas con cloro o agua de la llave contaminada) entra a la nariz, por ejemplo, cuando las personas sumergen la cabeza o se limpian la nariz durante prácticas religiosas y cuando las personas se irrigan los senos nasales (la nariz) con agua de la canilla contaminada.

Clarín Salud

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